lunes, 17 de julio de 2017

Quercus robur
Roble - Haritz - Oak



Estamos ante el roble común, un árbol de porte majestuoso que puede superar los cuarenta metros de altura. Pertenece al género QUERCUS en el que también están los robles blancos de Europa, Asia y América del Norte.
Es un árbol de copa amplia  con forma de huevo, de hoja caduca, tronco recto, corto y muy grueso en los ejemplares aislados. Tiene ramas gruesas y tortuosas. Su corteza es grisácea o blanquecina muy resquebrajada y pardusca en los ejemplares viejos.


Sus hojas son grandes, simples situadas en disposición alterna  de color verde intenso por el haz y más pálidas por el envés con los nervios bien marcados. Su forma es aovada, con un peciolo muy corto, con el borde más  o menos lobulado,  siendo estos lóbulos desiguales y redondeados.
Crece desde el nivel del  mar hasta los mil metros de altitud, en suelos profundos y frescos principalmente desprovistos de cal y con suficiente humedad.
Requiere un clima húmedo, oceánico donde se acuse poco la sequía del verano.


El nombre “Robur”  al que se refiere este árbol tiene origen en la denominación que los romanos hacían de los robles y de cualquier árbol de madera dura y de gran solidez.
La madera es de color pardo leonado, muy dura, de grano fino, con anillos de crecimiento bien marcados, bastante pesada y muy resistente a la putrefacción aún dentro del agua.

Se utiliza para fabricar tablas para toneles y barricas de vino y licores y en la construcción de barcos. Produce un buen carbón. Es un árbol de larga vida. Puede llegar a los mil años y puede tardar cuarenta en dar sus primeras flores


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